lunes, 22 de octubre de 2012

Sólo la puntita



Os contaré mi historia. Tengo 30 años, y hace un año me casé con mi novia de siempre. Me ha gustado de siempre el porno, y por Internet he visto gran cantidad de vídeos. Hace ya tiempo que me di cuenta de que las grandes pollas que aparecían en esos vídeos me excitaban. Yo no le quise dar más importancia, pensando que se trataba de una reacción lógica al ver follar a estos tíos con unas chicas impresionantes, pero a veces me fijaba que, cuando salían ellos solos, mi propia tranca se me ponía más dura.
Estuve dándole vueltas a ese tema: yo no había tenido, que recordara, ningún interés por otros hombres, pero aquella excitación que notaba ante las grandes pollas de los pornos me hizo pensar en que sería bueno hacer una prueba con otro tipo de pornos, en este caso gays. Me busqué una página por un buscador, y allí me encontré con que las imágenes de tíos chupando pollas o follando con otros tíos me excitaban sobremanera. Entonces pensé que tal vez yo era bisexual, y que me gustaban igualmente hombres y mujeres; pero no estaba seguro, una cosa es excitarte ante una película y otra sentir placer con un contacto físico con otro hombre.
Entonces busqué una página de contactos y, tras varios intentos, quedé con un chico como de mi edad. La verdad, no sabía muy bien qué iba a hacer con él, porque no tenía nada claro que es lo que me gustaba en sexo con hombres. Le dije que era inexperto y que él debería llevar la iniciativa.
Llegó el día; el hombre había alquilado un apartamento en un lugar discreto de mi ciudad; cuando lo vi, me pareció que, sin ser nada del otro jueves, tenía cierta belleza masculina bastante agradable. Ni que decir tiene que yo estaba bastante nervioso.
Cuando ya entramos en el apartamento, el chico me llevó hasta el dormitorio, donde había una amplia cama que (a buen seguro) habría visto otros muchos polvos como el que esperaba tener allí.
El chico se acercó a mí con una sonrisa, y me dio un beso. Pensé que la primera impresión iba a ser de rechazo por mi parte, pero la verdad, me gustó. El chico insistió, buscando abrirme los labios con los suyos, y pronto noté su lengua dentro de mi boca.


Empecé a sentir como mi propia tranca se ponía dura como una roca, y sólo me había besado…
Mientras me besaba, el chico empezó a desnudarme. Yo hice lo mismo con él, torpemente. Cuando él llegó a mi pantalón, desabrochó el cinturón, abrió la bragueta y me bajó los pantalones hasta mitad de la pierna. Entonces, con mi polla marcada bajo el boxer, empezó a chuparme el bulto; yo estaba superexcitado, me estaba dejando llevar porque nunca había sentido nada igual en sexo con mujeres.
El chico empezó entonces a bajarme los boxers con la única ayuda de los dientes, lo que me pareció muy morboso; así, el glande fue lo primero que apareció por la parte superior, y el hombre lo atrapó en su boca golosa. Estaba claro que no era la primera polla que chupaba, porque demostró su maestría desde el primer momento: cómo chupaba el glande, cómo le daba lengüetazos provocándome calambrazos, cómo deslizaba la lengua por el mástil, cómo se detenía chupándome los huevos…
Entonces se subió y me puso las manos en los hombros. Yo sabía lo que venía ahora: me bajó con sus manos hasta situarme a la altura de su bragueta. Con la excitación del momento y mi falta de experiencia, me costó algún trabajo abrirle el cinturón y la bragueta, pero cuando lo conseguí, me encontré con que el bulto bajo el boxer era considerable; se marcaba una polla bien grande y larga, y por un momento tuve miedo de aquello. Sobre todo, me di cuenta de que si me follaba con aquel instrumento, me iba a partir en dos, así que me hice el firme propósito de no dejarme follar.
Intenté imitarle, y empecé a chupar el bulto por encima de la tela del boxer. Ese primer contacto, aun con la tela de por medio, me pareció muy excitante, y mi propia polla estaba cada vez más dura. Pero no podía esperar más y le bajé los boxers: saltó entonces, ante mi cara, un nabo enorme, grande y ancho. No debía tener menos de 22 cm. de longitud, con un glande gordo y rosáceo, de cuya punta salía un hilillo de precum.
No pude aguantar más la visión de aquella maravilla y, sin saber muy bien cómo hacerlo, me metí el glande en la boca. Aquello fue como una revelación. Supe entonces que quería saborear muchos como aquel nabo. Ese sabor a precum, a carne macha, esa herramienta dura y blanda a la vez, caliente como si estuviera en un horno, me volvió loco, y, sin saber, empecé a chupar como un desesperado.
El chico me dijo que se veía que era novato, pero que aprendía rápidamente.
Seguí chupándole la polla con frenesí, no quería sacármela de la boca. Pero pensé que debía probar también el sabor de los huevos, y abandoné unos instantes la verga de mi amante para chupar sus cojones, que eran grandes y sabrosos. Volví a mi amada polla y me vino a la cabeza si sería capaz de metérmela entera en la boca, como había visto en las películas porno. Dicho y hecho, empecé a meterme el nabo cada vez más adentro, hasta que la punta tocó en la campanilla. Pero yo estaba convencido de que podía hacerlo, e intuitivamente ahuequé la garganta, como había visto hacer a las tías (y a los tíos, en las pelis gays), e intenté meterme de nuevo el rabo; me costó un par de intentos, pero al tercero, el glande pasó limpiamente a través de la campanilla y cuando me dí cuenta tenía la nariz hundida en el vello púbico de mi amante, y mi labio inferior chocando con los huevos. Sentía como si tuviera un elefante metido en la boca, algo enorme que se asomaba a mi estómago, y entonces me sentí dichoso. El olor del vello púbico era embriagador, pero tenía que salirme para seguir experimentando cosas nuevas.
Seguí chupando aquel glande delicioso, enorme y cada vez más rezumante de líquido preseminal.
Mi amante, mientras tanto, me había llevado hasta la cama y nos habíamos desembarazado del resto de ropas que nos quedaban. Estábamos los dos sobre la cama, yo chupándole la polla como un desesperado, y él empezó a tocarme el culo y buscarme el agujero. Yo me dejé hacer, porque aquel dedo que me hurgaba en aquella zona tan recóndita me estaba proporcionando un placer enorme, aunque me mantenía en mi intención de no dejarme follar por aquella gigantesca polla, para que no me rompiera el culo.
El chico me metió un segundo dedo, humedecido por su propia saliva, y el gusto era cada vez mayor. Un tercer dedo entró en mi culo, y el placer era tremendo, una polla gigante en la boca y tres dedos humedecidos abriéndome el esfínter.
Entonces el chico me dijo, vamos a hacer un 69; como siempre, tomó la iniciativa y se colocó debajo de mí. Yo seguí chupando la polla, y él se enganchó a la mía, sin sacar los tres dedos de mi culo. No tardó en dejar mi polla y acercar su lengua a mi agujero del culo. Cuando sentí el primer lengüetazo, creí morir de placer; aquel tío sabía como dar placer, y su lengua penetraba en mi agujero más íntimo haciéndome retorcer de gusto. Estaba yo con su polla gigante en la boca y sintiendo su lengua en mi culo, cuando el chico me dijo, me gustaría follarte.
Entonces, con gran dolor de mi corazón por tener que dejar de chupar la polla, me la saqué para decirle, no, tienes una polla enorme, yo soy virgen, me destrozarías.
El chico entonces me dijo, bueno, déjame por lo menos refregarte el glande por tu agujero, ya verás como te va a gustar.
Me pareció buena idea, y le dije que sí. Entonces el chico me colocó de espaldas y me abrió de piernas. Me las subió bastante (es para que sientas mejor el refregamiento de mi polla, me dijo), y empezó a refregarme el glande por mi culito, que a esas alturas estaba bastante dilatado y húmedo. El placer era tremendo, sentía aquella cosa caliente en mi zona más erógena, y tenía unas ganas enormes de que entrara más, pero no quería que me destrozara. Apenas acerté a balbucear, la puntita, solo la puntita, y el chico me hizo caso y empezó a meterme el glande en mi agujero. Fue como una oleada de placer que me subiera de mi culo hacia el resto de mi cuerpo. Apenas tenía metida un poco del glande, pero era algo considerable. Tenía la cara desencajada (me lo dijo el chico cuando terminamos), preso totalmente de una excitación absoluta, y, como suele ocurrir en estos casos, la polla tomó el mando en lugar de la mente, y sin yo pretenderlo, salió de mi boca, métemela entera, aunque me revientes…
El chico debía estar esperando mi pedido, porque inmediatamente dio un golpe de pelvis y la mitad de su tranca se me alojó en el culo. El dolor fue inmenso, y no sé cómo pude contener el grito, que se me heló en la boca. El chico retrocedió un poco, para meterme otro viaje y encalomarme la polla entera en mi pequeño culo, que jamás habría pensado que cabía algo tan enorme en su interior. Entonces el tío empezó a follarme, metiéndome la polla cada vez más adentro.
Y, ¿sabéis una cosa? El dolor empezó a remitir y fue sustituido cada vez más por un placer sordo, un placer que crecía y que procedía de mi agujero anal, abierto hasta lo inverosímil por aquel prodigio de la naturaleza, que cada vez se adentraba más en mis entrañas.
El chico empezó a jadear con fuerza, y supe lo que venía. Me folló aún con más intensidad, y sentí algo caliente en mi interior. Se estaba corriendo como un desesperado, pero entonces hizo algo que no me esperaba: se salió de mi culo y, rápidamente, se colocó a horcajadas sobre mi cara, poniéndome el nabo encima, mientras aún escupía leche. No sé por qué lo hice, la verdad, pero reaccioné así, quizá por la excitación que me embargaba: abrí la boca y atrapé el glande. Entonces noté como en mi lengua se iba depositando el semen de mi amante, un líquido viscoso, de sabor extraño, pero que me enloqueció; seguí chupando y chupando, hasta que pareció evidente que ya no quedaba ninguna leche en aquella maravilla. Fue una descarga muy abundante, porque después de soltar parte en mi culo, aún le quedó para rebosarme la boca.
El chico entonces se inclinó entre las cachas de mi culo y empezó a chupármelo. Poco después me dio un beso en la boca, y noté en su lengua el semen que me había inoculado en el culo, y aquello me pareció el colmo del morbo. Tras mantenernos besándonos un rato, intercambiando la leche en nuestras bocas, el chico se fue hacia mi nabo y se lo metió en la boca. No hizo falta mucho para que me corriera; se lo dije, entre espasmos, pero el chico mantuvo sus labios cerrados sobre mi verga, y se tragó toda mi leche.
Un último beso de lengua hizo que se mezclara el semen de cada uno de nosotros.
Aquella fue mi primera experiencia, pero no la última. Desde entonces ha pasado un mes, aproximadamente, y la verdad, creo que he encontrado mi tendencia sexual: quiero chupar pollas, que me follen, beber semen, besar bocas de machos, oler su vello púbico, que me chupen el culo y chuparlo yo, saborear unos huevos… En fin, lo que se dice todo un macho.......

sábado, 20 de octubre de 2012

Mi primo y yo


MI PRIMO Y YO


Cuando tenía 15 años me encantaba que fuera viernes, no por que fuera fin de semana sino porque siempre me llevaban a casa de mi abuela donde también iba mi primo Alex de 17 años.

Nunca había tenido ningún tipo de relación sexual a no ser con mi propia mano así que no quería dejar pasar el poder tener algo con mi primo. Recuerdo que ese viernes nos acostamos tarde y desde la cama siempre veíamos la tele que había allí , puse (queriendo) el canal+ (que mis abuelos tenían contratado) donde ponían las películas porno.

 Alex sin dudarlo me dijo:
- Déjalo ahí!

Yo sin dudar le hice caso y nos pusimos a verlo hasta que de repente se quita la sábana que tenía encima y se bajó el pantalón corto que tenía para dormir y los calzoncillos. Yo me quedé asombrado cuando vi esa polla tan tiesa y gorda. Nunca había visto una de cerca y la mía no era tan gorda. Yo intenté hacer como que hacía caso hasta que estiró una de sus piernas hasta mi cama. Yo no sabía que me quería decir con eso, así que seguí viendo la película porno. De repente empieza a mover la pierna como llamando mi atención le miré y el me hizo señas para que me pasara a su cama.
Sin dudarlo fui y me acosté a su lado, el cogió mi mano y la puso en su polla e hizo movimiento para que se la meneara. Yo estaba que ni me lo creía, jamas había tocado una polla.
Al rato de estar pajeandosela me dijo que si no me bajaba yo el pantalón, así que me lo bajé y al momento se puso encima mio y empezó a rozarse. No me acariciaba, ni besaba, ni "mariconadas" de esas. Era todo como muy "estoy cachondo y por eso hago esto contigo". Yo no hacía nada sino dejaba que el se rozase y metiera su polla entre mis piernas hasta que que noté como su corrida mojaba mis muslos. Se quitó de encima mio y me dijo:

-Mejor que vayas al baño a limpiarte.

Me levanté como pude y me fui al baño con los muslos cerrados para que la corrida no se escurriese, caminé silenciosamente para que mis abuelos no se despertaran.

 Cuando estaba en el baño con la mano cogí su corrida y como yo estaba aún cachondo me puse a menearmela mientras me pasaba y corrida por mi pecho y barriga, nunca había estado tan cachondo como en ese momento. Cuando terminé y me limpié fui de nuevo a la habitación y el estaba acostado boca abajo y tapado.
Al día siguiente todo como si nada había pasado.

Pero la historia con mi primo no acabó ahí, después de eso seguimos haciendo cosas cada vez mas cachondas y morbosas que iré contando mas adelante.

Mi primera vez en una sauna gay

Este es el relato de mi primera experiencia en una sauna de ambiente gay.


Nunca había estado en ninguna sauna gay, ni tenido ningún contacto con algún otro chico, tengo 30 años, soy hetero y muy morboso, esto hace que me proponga experimentar todo aquello que considero agradable, divertido, seguro y sensual. Ir ha visitar una sauna era un tema que quería probar, que deseaba experimentar y eso hice.



Un día al mediodía me dirigí a una sauna, mientras me dirigía al lugar estaba bastante nervioso por el hecho de haber iniciado una experiencia totalmente nueva para mi y por la duda ante lo desconocido.



Al llegar a la sauna y cruzar la puerta de la calle me decía para mi mismo 'ya ha empezado el sueño, a disfrutarlo !'



Me planté delante del chico de la recepción que me dio un par de toallas, unas chancletas, una llave de una taquilla y un par de condones, le pedí un poco de lubricante por si hacia falta. Y entré en el local.



Lo primero que me encontré fue un local con las taquillas, una par de bancos y los lavabos con espejos.



Me dirigí a la taquilla correspondiente al número de mi llave y justo al lado había un par de chicos mas jóvenes que estaban charlando amistosamente, ya llevaban solo la toalla alrededor de su cintura y las chancletas y terminaban de dejar sus cosas en su taquilla.



Mientras, yo, empecé a quitarme los zapatos y calcetines para guardarlos en la taquilla, los pantalones y la camisa que también guardé en la taquilla, me quité el slip quedándome desnudo delante de ellos y no me sentí en ningún momento fuera de lugar, el ambiente era relajado y tranquilo, mientras me puse la toalla alrededor de la cintura, los otros chicos salieron del vestuario y yo terminé de guardar mis cosas en la taquilla y también salí del vestuario.



Mi primera intención era dar una vuelta por todo el local para familiarizarme con su distribución y para ver el ambiente que había. La verdad es que el local estaba casi vacío, algunos chicos en el bar, algún otro dando vueltas por el local y la pareja de chicos que me había encontrado en el vestuario, ahora, estaban dentro del jacuzzi charlando tranquilamente.



Una vez visto el panorama me decidí a ir a la sala de la TV para ver un poco de la película que estaban echando para así calentarme y estar al tanto de quién entraba en la sala. Como he dicho no vi mucho movimiento y solo alguno sacaba la cabeza por la puerta y se daba media vuelta.



Como estaba muy relajado me decidí ir al jacuzzi a refrescarme, llegué allí, dejé las chanquetas y colgué la toalla quedando desnudo, fue una sensación muy agradable sentirme desnudo ante las miradas discretas de los chicos que estaban ya dentro del jacuzzi. Me metí dentro del agua. Es una piscina rectangular bastante grande y como solo estaban esos dos chicos charlando y besándose y yo sentado un poco separado de ellos para no irrumpir en su intimidad, me encantó sentirme desnudo dentro del agua. De vez en cuando entraba algún chico por la puerta y notaba como miraba mi pene. Era una situación curiosa y morbosa.



Al cabo de un rato decidí salir del agua e ir a visitar primero la sauna seca y después la húmeda, en ninguna de las dos había nadie, solo yo. Cuando salí de las saunas lo hice con la idea de ir a buscar a un chico con el que me crucé un par de veces. Quería charlar con alguien. Quería estar con algún chico.



Y justo al salir me lo encontré de cara, le miré a los ojos y le saludé, esta es una señal mas o menos inequívoca para iniciar una charla con alguien. En el mismo pasillo estuvimos hablando un buen rato sobre nuestras preferencias, sobre nuestros gustos, sobre el ambiente de la sauna, hasta que aprovechando la charla me empezó a acariciar el brazo y el hombro comentando que era agradable encontrarse a personas con similares preferencias.



Al ver que nos era agradable a los dos, acercamos nuestros labios y nos dimos un beso suave en los labios, repetimos con otro beso y empezamos a jugar con nuestras lenguas allí, en medio del pasillo, y repetimos con mas besos y mas lengua al mismo tiempo que acercábamos nuestros cuerpos notando el bulto de nuestros paquetes, debajo de la toalla que cada uno teníamos alrededor de nuestra cintura. Y continuamos con la sesión de besos al mismo tiempo que nuestras manos empezaban a tocar, por encima de la toalla, el pene de nuestra pareja. Fue morbosamente estimulante.



Nos decidimos a ir al jacuzzi. Ya en la sala de la piscina nos desnudamos, nos metimos en el agua y fuimos al final de la piscina donde hay un pequeño reservado con unos bancos sumergidos, nos sentamos en ellos y el agua nos llegaba hasta el cuello. Dentro del agua había mucha luz y podíamos ver nuestros cuerpos desnudos.



Estuvimos charlando un rato y de pronto el se levantó y se acercó poco a poco mas, sentándose de cara a mi con una pierna a cada lado de mi cuerpo y rozándome con su pene semi erecto el mio. Con su mano empezó a acariciarme mi pene, cosa que le devolví y estuvimos un par de minutos tocándonos mutuamente. Luego él deslizó su mano y empezó a masajearme el culo para ir a parar sus dedos en mi ano. Lo fue acariciando y tocando de todas las formas posibles hasta que con un poco de fuerza y lentamente comenzó a introducirme un dedo en mi culo. Y empezó a mover lo, a sacarlo y a meterlo. Y a medida que mi ano se iba relajando volvió a empezar el juego con dos dedos y con tres, notaba como me estaba penetrando y me gustaba notar esa agradable sensación.



Como en la piscina estábamos solos me pidió que me tumbase en el lateral de la piscina, boca abajo, sacando mi culo del agua para poder comérmelo. Me levanté y me tube en el lateral de la piscina poniendo mi culo a disposición de su lengua. Con sus manos agarró mis nalgas y me las separó con lo que obtuvo una buena perspectiva de mi ano, acercó su lengua a él y empezó a lamer y a penetrarlo con su lengua, cosa que alternaba con sus dedos, me estuvo masajeando durante unos minutos. Luego volvimos a sentarnos dentro del agua, el uno encima del otro para poder rozar con nuestros penes el cuerpo del otro y eso lo estuvimos alternando durante bastante rato con besos y morreos, con masturbaciones y caricias con el dedo en el ano, hasta que nos decidimos a ir a una cabina para poder continuar nuestros juegos de forma mas tranquila.



Salimos del agua de la piscina y nos dirigimos a una de las cabinas, dentro de la cabina nos quitamos la toalla y nos empezamos a tocar mutuamente, estuvimos un rato masturbándonos y chupándonos la polla hasta que le dije que quería sentir su polla dentro de mi culo.



Me puse a cuatro patas encima de la camilla mientras el se puso un condon y me dio lubricante en el culo, se arrodilló detrás de mi y noté como su polla rozaba mi ano y empezó a empujar para metermela dentro. De pronto, gatillazo ! Se le puso morcillona y no pudo seguir empujando. Joder me voy a quedar si probar la penetración anal. Me comentó que siempre que se pone condón le pasa lo mismo. Como yo no estaba dispuesto a hacerlo sin condón. Sexo seguro siempre. Pues le dije que no pasaba nada que nos masturbásemos y así empezamos a tocarnos la polla, a pajearnos y a ponernos calientes a tope, al cabo de unos minutos de masturbarme con su mano noté que no podía aguantarme y me corrí. Él con su mano continuo masturbándome jugando con el semen por encima de mi polla hasta que salimos de la cabina para ir a la ducha, eso si, quedando para ver si otro día podíamos continuar la faena.



Me dirigí a una de las duchas, es una pequeña cabina con 4 duchas donde había otro chico duchándose, entré, me desnudé y me duché, mientras podía ver perfectamente como ese otro chico me estaba observando y aprovechaba para tocarse su pene. Lástima que a mi se me había hecho tarde porque si no empiezo el segundo round esta vez en la ducha.